Una buena manera de mantener el peso después de la dieta, es continuar la alimentación con una llamada “dieta de mantenimiento”. A diferencia de la dieta inicial, esta es menos estricta, dándonos la posibilidad de disfrutar un poco más de los alimentos.
En una dieta de mantenimiento las porciones pueden ser más grandes, pero lo esencial es no excederse, además es muy relevante aprender a combinar los alimentos para balancear las calorías que se consumen en cada ingesta de alimentos.
Un ejemplo de dieta de mantenimiento, es la famosa dieta mediterránea en donde la base de la alimentación son los granos, cereales, frutas y verduras, luego el pescado o productos del mar y más arriba las carnes blancas, rojas y huevos, para finalmente encontrar los dulces los cuales se pueden ingerir una o dos vece por semana.
Por otra parte, el consumo de agua es muy importante no solo al momento de mantener una dieta, sino en todo momento, ya que una buena hidratación supone una mejor salud.
Muchas veces nuestro organismo suele confundir la sensación de hambre con la sensación de sed, por lo que es recomendable antes de llevarnos algo a la boca al momento de sentir hambre, tomar un vaso de agua, puesto que tal vez eso es lo que más necesite el cuerpo en ese momento.
Aunque muchos no lo crean un simple cambio en la forma que nos alimentamos, puede ser lo que haga la diferencia, no es por nada que se suele decir que somos lo que comemos.