La tuberculosis es una enfermedad pulmonar bacteriana e infecciosa, que se puede contagiar por bacterias en el ambiente, y de persona a persona a través del aire. De no ser detectada y tratada oportuna y adecuadamente, la tuberculosis puede llegar a ser mortal.
Esta enfermedad afecta a casi 10 millones de personas a nivel mundial, y anualmente cobra alrededor de 1.5 millones de vidas, siendo la primera causa de muerte por enfermedades infectocontagiosas.
Es una enfermedad pulmonar producida por la bacteria Mycobacterium tuberculosis o Bacilo de Koch, la cual se aloja en los pulmones del individuo de forma latente, ya que no muestra síntomas, e incluso sin llegar a padecerse. Asimismo, la bacteria puede activarse en el cuerpo cuando entra a los pulmones. O si se encuentra latente, activarse de un momento a otro dando lugar a una serie de síntomas que llevan a su diagnóstico.
La mayoría de las personas pueden tener tuberculosis de forma latente, es decir, que tienen la bacteria alojada en sus pulmones sin tener síntomas, ni la capacidad de contagiar la enfermedad.
Sin embargo, quien padece de tuberculosis padece de síntomas propios de esta infección, tales como:
Recordemos que existen dos formas en las que se presenta esta infección, es decir, como tuberculosis, y como tuberculosis latente. En ambos casos el objetivo es detectar la presencia de la bacteria que produce esta peligrosa enfermedad. Una persona con tuberculosis latente dará positivo a la bacteria sin padecer los síntomas.
El médico especialista, realizará una aplicación de pruebas que le permitirán determinar la presencia de tuberculosis en el individuo, algunas de esta son:
Contagiarse de tuberculosis puede llegar a ser muy fácil, y más si el sistema inmune de la persona se encuentra debilitado por diferentes razones. La tuberculosis se transmite directamente de persona a persona, ya sea que la persona contagiada tosa, estornude o escupa, puesto que al hacerlo, la bacteria sale al ambiente y puede ser inhalada por una persona sana.
Mientras el paciente esté bajo tratamiento para la tuberculosis, tiene menos riesgo de transmitir la enfermedad a otras personas. Sin embargo, pasa lo contrario cuando no está en tratamiento.
Aunque cualquier persona puede padecer tuberculosis, existen personas que tienen mayor riesgo de contagiarse y padecer esta enfermedad, con consecuencias realmente devastadoras, como por ejemplo:
Esta enfermedad debe ser cubierta con un tratamiento basado en antibióticos muy fuertes, que logren atacar efectivamente la bacteria. Evitando de esta manera que siga causando daños en el paciente, y que se propague en el ambiente.
Algunos de estos fármacos para combatir la tuberculosis son, isoniacida, rifampicina, pirazinamida, etambutol o estreptomicina. Ante tuberculosis que presenten resistencia a los fármacos anteriores, estos pueden combinarse con icloserina, etionamida o ciprofloxacino.
Afortunadamente esta infección pulmonar puede prevenirse. Lo primordial es que ante el conocimiento de una persona o familiar contagiado con tuberculosis, se deben tomar las medidas pertinentes, entre ellas el oportuno tratamiento para combatirla, y así evitar su propagación y contagio.
En cuanto al paciente, debe tomar una serie de medidas para evitar contagiar a quienes le rodean, como por ejemplo:
La tuberculosis es una de las peores infecciones respiratorias que afecta a personas de todas la edades, y como parte de la prevención. una cantidad importante de países en el mundo pone a disposición de sus ciudadanos una vacuna contra esta enfermedad.
La vacuna para la tuberculosis es conocida como BCG, es una de las primeras que recibimos los seres humanos, pues se aplica a tan solo días de nacidos, brindando una protección de más de 80%.